Nombre científico: Palaemon serratus. Características: Crustáceo decápodo de cuerpo alargado y comprimido lateralmente. Cefalotórax más corto que abdomen. Primer par de patas con una pequeña pinza. Coloración transparente, con líneas de color parduzco-rojo horizontales u oblicuas en el caparazón y verticales en el abdomen. Longitud máxima 10 cm, habitualmente entre 3 y 6 cm. Hábitat y modo de vida: Vive cerca de la costa en aguas de poca profundidad y tranquilas (por encima de los 40 m), sobre fondos de roca y vegetación. Realizan pequeñas migraciones hacia el sur en verano y más al norte en invierno. Las hembras alcanzan la madurez sexual en su segundo verano y pueden aparearse hasta cinco veces al año. Distribución: Mar Mediterráneo y océano Atlántico desde Dinamarca hasta Mauritania. Pesca: Pescado con nasas, truel o rastro de camarón. También al arrastre.
EL CAMARÓN DE LA ISLA: No cabe duda que mucha de la publicidad que tiene este crustáceo se la debe al que, con un consenso abrumador, se considera el mejor cantaor de todos los tiempos: José Monge Cruz, el Camarón de la Isla. Delgado, más bajo que alto, y de tez clara para ser gitano, el apodo de Camarón que le puso su tío José le iba como un guante. De la Isla por su lugar de nacimiento, San Fernando (hasta 1813 llamada Villa de la Real Isla de León y coloquialmente aún hoy La Isla). Nació en 1950 y murió joven, en 1992, a causa de un cáncer de pulmón. Por el camino y de la mano de Paco de Lucía, los hermanos Amador y otros, cambió la historia del flamenco. No sólo por sus espectaculares facultades al cante, sino también por transformar, modernizar y popularizar el género, llevándolo a lugares donde el duende no había transitado, donde nadie se había atrevido a colocarlo. En este caso la conocida ortodoxia del mundo flamenco, tan celosa de tradiciones y defensora de su pureza, se rindió a uno de los genios de la música popular internacional: era demasiado bueno. Era, y así se sentía en su entorno, el profeta del flamenco, lo más cercano a un dios que haya cantado por tangos. Sin embargo a Camarón, siempre introvertido, calmo, solo vivía para la música, para el arte, ni siquiera para el mismo. Quizá esa dedicación y abstracción, a la que a menudo llegaba a través de la heroína y su voracidad fumadora, fue la que le llevó a una muerte prematura. Aun así, Camarón vive.
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